Los antiguos egipcios construían templos para honrar a un dios. Estos templos servían como casa del dios, en la cual no se celebraban festejos o ritos ya que los egipcios celebraban los cultos en el exterior.
El primer tipo de templo son los excentos de nueva planta, como los de Amón en Kharnac.
El segundo tipo de templo egipcio es el hemiespeos, que consiste en levantar la mitad del templo en el exterior y la otra mitad en el interior de la roca. Un ejemplo es el templo de la reina Hatsepsut.
El tercer tipo de templo es el speos que es exacavado totalmente en la roca, como el de Abu Simbel.
Además, todos los templos estaban formados por una serie de elementos, como los de la imagen:
El primer elemento consistía en una avenida de esfinges, cuya función era la de asustar e impresionar.
El segundo elemento era el obelisco, hecho de piedra y labrado en una sola pieza. Su forma es troncopiramidal alargada, y rematada con punta de diamante. Está repleto de inscripciones que contienen datos sobre su construcción.
El tercer elemento es el pórtico, formado por pilonos, es decir, dos grandes esculturas cuyas fachadas tienen forma de talud.
Una vez en el interior del templo nos encontramos con la sala hípetra, que es un patio portificado. A través de ella se accede a la siguiente sala.
El próximo espacio es la sala hipóstila, cubierta y sustentada por columnas, de manera que asemejan a un oasis.
Después están las cellas y el santuario del dios. Solo pueden acceder a ellas los sacerdotes y sirven de almacén para el culto. En el último espacio se sitúa la estatua del dios.
Por último, decir que los templos estaban orientados de tal forma que el último rayo de sol de los equinoccios incidía sobre la cara del dios, y que están degradados en altura y luz. Por ejemplo, la sala hípetra es más grande y tiene más luz que la hipóstila. Además, los templos se rodeaban con canales conectados al río Nilo, cuya función era religiosa.
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