lunes, 4 de febrero de 2013

Arquitectura romana (primera parte)


Roma es una cultura fundamentalmente urbana y, por tanto, los edificios que levanta tienen que ver con la "urbe". Las ciudades se rodeaban de muros y seguían el plano de Hipodamos de Mileto (calles rectas) y  eran atravesadas por dos calles principales: el cardo, de norte a sur; y el decumano, de este a oeste. Ambas calles se cruzaban en el foro, donde se levantaban los principales edificios públicos.                                                                                                                     Como el plano era irrealizable en Roma, debido a su topografía, los primeros emperadores mandaron construir foros imperiales, entre los que destaca el de Trajano.
 
En los edificios romanos se utilizan diversos aparejos, destacando el muro de sillar (quadratum), el sillarejo (opus incertum), el ladrillo (opus laetedium), el hormigón (opus caementicium), embestidura de pirámides, con la base en diagonal, en hormigón (opus reticularum).
Otra característica del arte romano es la utilización de arcos de medio punto y las cubiertas abovedadas. Entre las bóvedas, las más usuales son: la bóveda de cañón, bóveda de arista y bóveda anular.


 Los edificios romanos están construidos con ordenes clásicos. En la primera fachada utilizan el orden dórico-toscano; en la segunda fachada, el jónico, y en la tercera el corintio. Si tiene cuatro cuerpos, el último es el compuesto.

Hay varios tipos de edificios: los religiosos, como los templos; los públicos, como purias, basílicas o mercados, y los de espectáculo público, por ejemplo, circos anfiteatros, teatros....
Los templos romanos son similares a los de los griegos, pero se diferencian en que:  se alzan sobre podium y la fachada principal es la única que posee escalones; el muro se lleva hasta el perímetro, embutiendo las columnas, y al fondo, se situa una excedra de planta semicircular y cubierta por una bóveda de cuarto de esfera.


Este es el Panteón romano.

En la arquitectura civil destacan las basílicas, normalmente de tres naves cubiertas con bóvedas de cañón. Servían para no interrumpir el comercio con la lluvia. La más importante es la Basílica de Magencio, de Roma.

Con respecto a los edificios de espectáculo público destacan: los teatros, en los que se representaban tragedias y comedias; los anfiteatros, donde tenían lugar los espectáculos de sangre, y los circos donde se realizaban las carreras de carros de caballos



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